OASIS
Así como un verdor en el desierto, con sombra de palmeras y agua caritativa, quizás será tu amor lo que me sobreviva, viviendo en un poema después que yo haya muerto. En ese canto, cada vez más mío, voces indiferentes repetirán mi pena, y tú has de ser entonces como un rastro en la arena, casi como una nube que pasa sobre un río... Tú serás para todos una desconocida, tú, que nunca sabrás cómo he sabido amarte; y alguien, tal vez, te buscará en mi arte, y, al no hallarte en mi arte, te buscará en mi vida. Pero tú no estarás en las mujeres que alegraron un día mi tristeza de hombre: Como oculté mi amor sabré ocultar tu nombre, y, al decir que te amo, nunca diré quién eres. Y dirán que era falsa mi pasión verdadera, que fue sólo un ensueño la mujer que amé tanto; o dirán que era otra la que canté en mi canto, otra, que nunca amé ni conocí siquiera. Y así será mi gloria lo que fue mi castigo, porque, como un verdor en el desierto, tu amor me hará vivir después que yo haya muerto, pero cuando yo muera, ¡tú morirás conmigo!
POEMA LEJANO
A veces me pregunto dónde estarás ahora, después de tantas noches sin tu mano en la mía, noches de abrir un libro para esperar la aurora, noches de largo viento por la calle vacía. A veces me pregunto si hay alguien que te espera, alguien que no conoces, que pasa y te saluda y, como siempre vistes de negro en primavera, no sé si tus vecinas pensarán que eres viuda. A veces me imagino como serán las cosas que te son familiares: tu jardín, tu ventana, el búcaro en la mesa para poner las rosas y un desayuno sin mí cada mañana. O me quedo pensando qué sentirás tan lejos, en las tardes heladas, al quitarte el abrigo; y cuando vas de compras sin mirar los espejos para que no te digan que ya no voy contigo. Y también me pregunto si alguna madrugada prefieres no dormirte para soñar despierta, o cómo se entristece de lluvia tu mirada cuando pasa el cartero sin tocar en tu puerta. Pero no me pregunto si olvidarás mi nombre, ni lo que tú me diste, ni lo que yo te di, pues si te ven un día del brazo de otro hombre tendrá que ser un hombre que se parece a mí…
ACUÉRDATE DE MÍ
Cuando vengan las sombras del olvido a borrar de mi alma el sentimiento, no dejes, por Dios, borrar el nido donde siempre durmió mi pensamiento. Si sabes que mi amor jamás olvida que no puedo vivir lejos de ti dime que en el sendero de la vida alguna vez te acordarás de mí. Cuando al pasar inclines la cabeza y yo no pueda recoger tu llanto, en esa soledad de la tristeza te acordarás de aquel que te amó tanto. No podrás olvidar que te he adorado con ciego y delirante frenesí y en las confusas sombras del pasado, luz de mis ojos, te acordarás de mí. El tiempo corre con denso vuelo ya se va adelantando entre los dos no me olvides jamás. ¡Dame un recuerdo! y no me digas para siempre adiós.
ELLA AMARÁ A OTRO HOMBRE
Ella amará a otro hombre. Yo voy lejos, andando hacia el olvido. Y puede suceder que alguien me nombre, pero ella fingirá no haber oído. Ella amará a otro hombre: el tiempo pasa y el amor finaliza, y es natural que lo que fue una brasa acabe convirtiéndose en ceniza. Aunque nadie lo quiera, envejecen las vidas y las cosas, y es natural también que en primavera los rosales den rosas. Es natural. Por eso, ella amará a otro hombre, y está bien. No sé si ya olvidó mi último beso, ni me importa con quién. Pero quizás, un día, oyendo una canción, sentirá que esa vieja melodía le cambia el ritmo de su corazón. O será algún vestido que yo le conocí, o el olor del jardín cuando ha llovido, pero algún día ha de pensar en mí. O puede ser un gesto, un modo de mirar, o ciertas calles, o un botón mal puesto, o una hoja seca que voló al azar. Y de alguna manera tendrá que recordarme, sin querer, escuchando unos pasos en la acera como los míos al atardecer. Será en algún momento, no importa cuándo o dónde, aquí o allá, porque el amor, por parecerse al viento, parece que se ha ido y no se va. Y si en ese momento ella suspira y él pregunta por qué, le tendrá que inventar una mentira para que nunca sepa por qué fue. Y él no verá esa huella, eso tan mío en lo que ya perdí; y, aunque la pueda amar más que yo a ella, ella no podrá amarlo más que a mí...!